miércoles, julio 19, 2017

Cuba. Los sacerdotes católicos José Conrado y Castor Álvarez ofician misa en sede de Damas de Blanco: "Ya que no las dejan llegar a la iglesia, la iglesia ha venido aquí a celebrar la santa misa”. Carta abierta al General de Ejército Raúl Castro Ruz,

Padres Conrado y Castor ofician misa en sede de Damas de Blanco

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"Ya que no las dejan llegar a la iglesia, la iglesia ha venido aquí a celebrar la santa misa”.
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[Redaccción de Luis Felipe Rojas
con entrevistas de Ivette Pacheco]
Julio 18 de 2017
Los sacerdotes católicos José Conrado y Castor Álvarez celebraron una misa el lunes 17 de julio en la sede de las Damas de Blanco, barrio de Lawton, en el municipio 10 de Octubre, en La Habana.

La misa comenzó a las seis de la tarde y culminó una hora después. En la misma estuvieron presente 5 ex prisioneros políticos recién excarcelados: Lismerys Quintana Ávila, Ismael Bori Reñí y su esposa Aimara Nieto Muñoz, así como el activista de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) Yosvany Martínez y Augusto Guerra Márquez.

En conversación con Radio Martí, Berta Soler, portavoz de la organización, dijo que mantuvieron a discreción la visita de los curas “para que se pudiera dar. Pudieron estar más Damas de Blanco y más activistas, pero (lo mantuvieron en silencio) con el objetivo de que se pudiera dar y no se filtrara”, explicó Soler.

La celebración contó con unas 26 personas. Soler destacó el hecho de que los opositores recientemente salidos de prisión pudieron asistir al servicio religioso.

El domingo 20 de marzo de 2016 fue la última vez que las Damas de Blanco llegaron más lejos en su pretensión de asistir a misa en la iglesia Santa Rita, en Miramar, en la capital cubana. Ese día el entonces presidente estadounidense Barack Obama llegaba a Cuba, pero las mujeres vestidas de blanco fueron cruelmente reprimidas delante de los reporteros extranjeros que llegaban para la visita oficial.

Hasta la fecha las mujeres activistas han contabilizado 108 domingos de represión en los que han sido agredidas, detenidas y llevadas a unidades policiales.

Además de las detenciones arbitrarias, algunas han denunciado que las multan por “romper el cerco policial” y “tirar papeles a la calle” –se trata de las octavillas que dispersan para denunciar los malos tratos a que son sometidas.

Este lunes, fue diferente para las Damas de Blanco que se congregaron en la sede nacional de la organización, aseveró Soler.

(Miembros de las Damas de Blanco son arrestadas por la Policía el 20 de marzo de 2016, tras una marcha en La Habana (Cuba).)

“En palabras de textuales del Padre José Conrado, dijo: ‘Ustedes tienen derecho a escuchar la palabra de Dios’. También nos dijo: ‘Cuando la policía les impide llegar a la iglesia cada domingo, les están prohibiendo la libertad religiosa dada por Dios’”.

Conrado es un sacerdote conocido por enviar cartas a Raúl Castro, denunciar la falta de libertad religiosa y exponer los actos represivos a que las Brigadas de Respuesta Rápida han sometido a opositores que son feligreses del catolicismo en Cuba.

Sobre Conrado Soler recordó especialmente que dijo: “Hemos venido esta tarde para recordarles que ustedes tienen el derecho a ser hombres y mujeres libres”.

La Dama de Blanco agradeció entre otras, las palabras de consuelo por parte Castor Álvarez, el otro de los sacerdotes visitantes, cuando expresó: "Ya que no las dejan llegar a la iglesia, la iglesia ha venido aquí a celebrar la santa misa”.

Por su parte Conrado explicó que fue iniciativa de ellos debido que “no las están dejando llegar a la iglesia donde ellas se reúnen habitualmente”.

El sacerdote dijo que esperaron a que Berta Soler fuera liberada, como han venido haciendo en las últimas semanas en que la detienen desde el domingo hasta el lunes.

“Fue una forma de expresar el derecho que ellas tienen como creyentes a participar en el culto oficial de la iglesia y también en la solidaridad de la iglesia con ellas. Realmente están haciendo una labor de testimonio de lo que es la lucha por los propios derechos y la defensa de los derechos de todos”, indicó el clérigo.

“No estamos de acuerdo con esta violación severa, grave, a la libertad religiosa en nuestro país al impedirle a las damas de blanco ir a participar en el culto de la iglesia”, declaró el Padre José Conrado.

Sobre la celebración de la misa en la vivienda del matrimonio de Soler y su esposo el ex preso político Ángel Moya, Conrado dijo que “fue muy hermosa. El padre Castor presidió la misa y ‘un servidor’, predicó dentro de la homilía".

A la pregunta de la periodista Ivette Pacheco sobre algún inconveniente debido la vigilancia permanente por parte de la policía política, Conrado aseveró que ‘ese tipo de miedo es el que realmente hay que desterrar definitivamente de nuestros corazones”.

Finalmente Conrado insistió en que fue un acto solidario lo que trataron de expresar con la visita. “Una forma de decir que nos preocupa y nos interesa profundamente el respeto por los derechos humanos en nuestro país”.


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Nota del Blogguista

¨Cuando la Patria peligra y la indolencia sensible de unos, y la execrable perfidia de otros, hace que el pueblo duerma y vaya aproximándose a pasos gigantescos a un precipicio, ¿es imprudencia levantar la voz y advertir el peligro? Esa podrá ser la prudencia de los débiles. Mi corazón la desconoce(*).¨
P. Félix Varela

* En El Habanero, “Carta del editor de este papel a un amigo“, tomado de Escritos políticos, p. 200.

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Tomado de http://www.desdecuba.com/


Escrito por Padre José Conrado Rodríguez
jueves, 05 de febrero de 2009


El sacerdote católico José Conrado Rodríguez Alegre, de la parroquia Santa Teresita del Niño Jesús en la Arquidiócesis de Santiago de Cuba, ha escrito y hecho pública esta Carta Abierta al General de Ejército Raúl Castro Ruz. El portal Desde Cuba se complace en darla a conocer a sus lectores, haciendo saber que no existen inconvenientes para que se reproduzca en cualquier medio dentro o fuera de Cuba.


Carta abierta al General de Ejército Raúl Castro Ruz,
Presidente de la República de Cuba.


Estimado Señor Presidente:


Hace quince años me atreví a escribirle al entonces jefe del Estado cubano, Doctor Fidel Castro Ruz, por aquel entonces Presidente de nuestro país. La gravedad de aquella hora me lo impuso como un deber para el bien de la Patria. La gravedad de esta hora me impone escribirle a Ud. para hacerle partícipe de mis preocupaciones actuales. ¿Debo acaso describirle la situación de nuestro país? La crisis económica afecta a todos los hogares y hace que las personas vivan angustiosamente preguntándose: ¿qué voy a comer o con qué me voy a vestir? ¿Cómo conseguiré lo más elemental para los míos? Las dificultades de cada día se tornan tan aplastantes que nos mantienen sumidos en la tristeza y la desesperanza. La inseguridad y el sentimiento generalizado de indefensión provocan la amoralidad, la hipocresía y la doble cara. Vale todo porque nada vale, más que la sobrevivencia a todo precio, que luego descubrimos que es “a cualquier precio”. De ahí que el sueño de los cubanos, en especial de los más jóvenes, sea abandonar el país.

Parecería que nuestra patria está ante un callejón sin salida. Como hombre de fe, sin embargo, yo creo que Dios jamás nos pone ante situaciones absolutamente desesperadas. Creo firmemente que nuestro camino como nación y como pueblo, no acaba en un precipicio ineluctable, en una realidad de desgracia irreversible. Siempre hay una solución, pero se necesita audacia para buscarla y encontrarla. En sus recientes y urgidos llamamientos a trabajar con tesón incansable creo reconocer una peculiar y certera percepción de la gravedad del momento, pero también, que Ud. considera que la solución depende de nosotros. Pero como decía aquel slogan convertido en chiste… “No basta decir pa’lante, hay que saber pa’ dónde”.

Hemos vivido culpando de nuestra realidad al enemigo, o incluso a los amigos: la caída del bloque de países comunistas en Europa del Este, junto con el embargo comercial de los Estados Unidos se han convertido en el totí que carga con todas nuestras culpas. Y esa es una cómoda pero engañosa salida ante el problema. Como decía Miguel de Unamuno, “solemos entretenernos en contarle los pelos que la esfinge tiene en su cola, porque nos da miedo mirarla a los ojos”.

No basta, General, con resolver los problemas, ciertamente graves y urgentes, de la comida, o del techo, que en los recientes huracanes, tantos compatriotas acaban de perder “con sus pobres enseres: miedos, penas”. Estamos en un momento tan crítico que debemos plantearnos una profunda revisión de nuestros criterios y de nuestras prácticas, de nuestras aspiraciones y de nuestros objetivos. Y aquí cabría, con todo respeto, recordar aquellas palabras que nuestro Apóstol nacional José Martí le escribió al Generalísimo Gómez en una situación en cierto modo semejante: “No se funda un pueblo, general, como se manda un campamento”.

El mundo está cambiando. La reciente elección de un ciudadano negro para ocupar la primera magistratura de un país antiguamente reconocido como racista y violador de los derechos civiles de los negros, nos dice que algo está cambiando en este mundo. La encomiable y fraternal preocupación de nuestros hermanos del exilio ante los fenómenos meteorológicos que recientemente han golpeado a nuestro pueblo, y su ayuda generosa, desinteresada e inmediata, son el signo de que algo está cambiando entre nosotros. El gobierno cubano que Ud. hoy encabeza, debe tener la audacia de encarar esos cambios con nuevos criterios y nuevas actitudes.

Nuestro país ha reaccionado con valor cuando un gobierno foráneo ha querido inmiscuirse en nuestros problemas nacionales. Sin embargo, cuando se trata de la violación de los Derechos Humanos, no solo los gobiernos, sino hasta las personas individuales, los simples ciudadanos, de dentro o fuera del país, tienen algo que decir. En su Carta desde la Cárcel de Birminghan, Martin Luther King dijo: “La injusticia particular es una amenaza a la justicia universal. Estamos atrapados en una red ineludible de reciprocidad, unidos en un único tejido del destino. Lo que afecta a uno directamente, afecta a todos indirectamente”. Tenemos que tener la enorme valentía de reconocer que en nuestra patria hay una violación constante y no justificable de los Derechos Humanos, que se expresa en la existencia de decenas de presos de conciencia y en el maltrecho ejercicio de las más elementales libertades: de expresión, información, prensa y opinión, y serias limitaciones a la libertad religiosa y política. El no reconocer estas realidades, para nada favorece nuestra vida nacional, y nos hace perder el respeto por nosotros mismos, a nuestros ojos y a los ojos de los demás, amigos o enemigos.

La causa de la paz, interna y externa, y la prosperidad misma de la nación, se enraízan en el respeto incondicional a esos derechos que expresan la suprema dignidad del ser humano como hijo de Dios. Y guardar silencio sobre esta realidad, pone sobre mi conciencia un peso tal, que no me siento capaz de soportar. Y ésta es para mí, mi manera de servir a la verdad y de ser consecuente con el amor que siento por mi pueblo.

Le confieso, general, el disgusto y la tristeza que me ha causado saber que nuestro gobierno ha rechazado, al parecer por razones ideológicas o de diferencias políticas, la ayuda que querían enviar EEUU y varias naciones europeas, para los damnificados por los ciclones que azotaron nuestra tierra. Cuando uno cae en desgracia, (y eso le puede suceder a cualquiera, también a los poderosos), es la hora de aceptar la ayuda que se brinda, porque esa ayuda revela un fondo de buena voluntad ante el dolor, de solidaridad humana, incluso en aquellos que considerábamos nuestros enemigos. Darle la oportunidad al oponente de ser bueno y de hacer lo justo, puede sacar a flote lo mejor de nosotros mismos, y del otro, haciéndonos cambiar viejas actitudes y curar resentimientos dañinos. Nada contribuye más a la paz y la reconciliación entre los pueblos que este saber dar y recibir. La frase de San Francisco de Sales, válida en las relaciones interpersonales, también lo es entre países: “más moscas se cazan con una gota de miel, que con un barril de vinagre”. Como dijo su Santidad Juan Pablo II en su visita a nuestro país: “que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba”. Pero si seguimos con las puertas cerradas nadie podrá entrar, por más que lo desee. Un signo de esperanza para mí es la participación y mayor espacio que se le ha dado a CARITAS para ayudar a nuestro pueblo. Eso merece un especial reconocimiento y es un cambio positivo y esperanzador.

Créame, Señor Presidente, no le escribo para presentarle una lista de quejas y agravios sobre nuestra realidad nacional, aunque si así lo hiciera esa lista podría ser muy, muy larga. La verdad, he querido hablarle de cubano a cubano, de corazón a corazón. Un gran amigo mío sacerdote, ya fallecido, solía decirme: “un hombre vale lo que vale su corazón”. En el entierro de su esposa, al verlo a Ud. rodeado de sus hijos y nietos, conmovido hasta las lágrimas, yo percibí que es Ud., un hombre sensible. Y yo pienso que mayor sabiduría hay en el corazón de un hombre bueno que en todos los libros y bibliotecas de este mundo, pues como dice la canción: “lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber, ni el más alto proceder, ni el más ancho pensamiento…”. Por eso apelo a su sentido de responsabilidad, a su bondad, para decirle que no tenga miedo, que sea audaz en emprender un nuevo camino diferente en un mundo que está dando tantas señales de cambiar a mejor. Como le dije a su hermano hace 15 años, todos los cubanos somos responsables del futuro de la patria, pero por el cargo que Ud. ocupa, por el poder que ahora tiene, esa responsabilidad recae de manera especial en Ud.

Si Ud. decide emprender ese camino de esperanza, cuente conmigo, general. Me tendrá en primera fila, para ofrecerle a Cuba, una vez más, lo único que tengo: mi corazón; y a Ud. mi mano franca y mi colaboración desinteresada. Así haremos realidad el sueño martiano de hacer una patria “con todos y para el bien de todos”.

Quiero terminar con unas palabras que dijo nuestro actual Papa, Benedicto XVI en 1968: “Aún por encima del Papa como expresión de lo vinculante de la autoridad eclesiástica, se haya la propia conciencia, a la que hay que obedecer la primera, si fuera necesario incluso en contra de lo que diga la autoridad eclesiástica”. Si eso vale para la autoridad eclesiástica cuyo origen considero divino, vale para toda otra autoridad humana, por poderosa que ésta pueda ser. Con mis mejores votos,

José Conrado Rodríguez Alegre, Pbro.
Párroco de Santa Teresita del Niño Jesús.

1 Comments:

At 5:56 p. m., Anonymous Anónimo said...

Como va pensar el sacerdote que este Sr que esta involucrado en el comunismo mundial y lo que quiere es perpetuarse en el poder ya que tiempo ha tenido para arrepentirse y no se ha arrepentido si no que apoya la masacre de Venezuela sea capaz de tener un atisbo de humanidad con su pueblo a los que llevan destruyéndolo casi 58 años y asesinando y maltratando. Y lo peor es que occidente deja que sus lacayos se paseen por sus ciudades después de haber reprimido a todo su pueblo.

 

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